Por: Azarias H. Pallais
Agua de la luz, hermana,
dime, no has visto pasar
a Jesús, nuestra fontana,
nuestra lluvia, nuestro mar?
Si le vieras Encantado
y Encantador pasa y pasa.
Pero, con llave y candado,
se encierran todos. No hay casa,
que a sus dulces golpes, abra.
Y el sigue llamando afuera,
esperoso. La palabra
sustancial de verdadera
perfección, cierra sus alas,
sus alas de juventud,
mientras pasan estas malas
influencias, esta virtud
que florece tenebrosa,
en Vargas Vila y Voltaire.
Fuera de Jesús, gloriosa
Rosa de un amanecer
inacabable, ninguna
riqueza tiene valor.
El es la buena Fortuna,
el Buen Tiempo, el Buen Amor.